A principios de los noventa Guatemala experimentaba una crisis energética profunda, las inversiones en generación y transmisión no crecían al mismo ritmo que lo hacía la demanda de energía eléctrica, fue necesario implementar un programa de racionamientos que afectó fuertemente a la economía, durante varias horas al día las actividades industriales y comerciales se paralizaban debido a los apagones programados.
Esta situación desnudó la poca capacidad que tuvo el gobierno para desarrollar la infraestructura de generación y transmisión de energía eléctrica, con la rapidez y eficiencia requerida para sacar al país de la crisis.
La solución de corto plazo fue la suscripción de contratos con empresas privadas para el suministro de potencia y energía eléctrica, contratos que posibilitaron la instalación de nuevas centrales de generación y el desarrollo de la cogeneración, pero al ser pactados en condiciones de emergencia, representaron un costo importante que no pudo ser trasladado por completo a las tarifas de los usuarios regulados, por lo que durante poco más de 20 años parte de los sobre costos asociados a estos contratos, fueron trasladados a los Grandes Usuarios afectando la competitividad de la industria guatemalteca.
La solución de largo plazo fue la emisión de la Ley General de Electricidad -LGE-, mediante la cual se cambió el modelo de integración vertical y monopolio del gobierno en el desarrollo de las actividades inherentes al sector eléctrico, al abrir la participación del sector privado e introducir competencia en generación y regulación de precios y calidad en transmisión y distribución.
Este nuevo modelo efectivamente logró atraer cuantiosas inversiones tanto en generación como en transmisión. El crecimiento de la capacidad instalada de generación ha sido del 271% al pasar de 1,209 MW en 2,003 a 3,284 MW en el 2023. En transmisión las inversiones tardaron un poco más en concretarse, fue hasta el 2009 producto de cambios reglamentarios llevados a cabo en el 2007, que se adjudicó el Plan de Expansión del Transporte –PET- que a la fecha ha agregado aproximadamente 780 kilómetros de líneas de transmisión y 10 subestaciones nuevas.
Desde el 2010 opera la interconexión eléctrica Guatemala-México y desde el 2012 Guatemala está interconectada con Honduras y El Salvador mediante dos circuitos de la Línea SIEPAC. La capacidad de importación de energía eléctrica con la que cuenta Guatemala es de alrededor de 500 MW.
El crecimiento en la capacidad instalada de generación y en la infraestructura de transmisión que Guatemala ha experimentado durante los últimos 20 años, sumado a la capacidad de importación de energía con la que se cuenta, han propiciado un periodo de relativa tranquilidad en cuanto a riesgo de déficit de energía.
Afortunadamente las probabilidades a sufrir nuevamente apagones programados son mínimas, no obstante, existen importantes oportunidades de mejora en la Calidad de Energía que reciben los usuarios, especialmente en el Servicio Técnico que es la rama de la Calidad de Energía que evalúa la frecuencia y duración de las interrupciones del suministro eléctrico.
Las Normas Técnicas del Servicio de Distribución –NTSD- en las que se establecen los índices y parámetros que califican la Calidad de Energía a nivel de distribución en Guatemala, fueron escritas en un entorno en el que la prioridad era salir de la crisis energética y elevar el índice de electrificación del país.
Veinte años más tarde el escenario es muy diferente, con el 92.26% del país electrificado y con una alta penetración de tecnología en la mayoría de la población incluso la rural, además de contar con un sector productivo totalmente dependiente de la energía eléctrica, la prioridad hoy en día es mejorar el nivel de Calidad de Energía. De esta cuenta, se hace necesaria una revisión y actualización de las NTSD.
Una hipotética actualización de las NTSD podría propiciar una revisión del nivel de inversiones requeridas en infraestructura de distribución y de sus costos de operación y mantenimiento, por lo que debe ser efectuada como parte del cálculo del Valor Agregado de Distribución que cada cinco años realizan las distribuidoras y aprueba la Comisión Nacional de Energía Eléctrica –CNEE-.
Los apagones originados en el sistema de transmisión suelen ser menos frecuentes, pero cuando ocurren pueden ser más severos porque se pierde mucho más demanda que en una falla en distribución además de perderse generación. Por esta razón es muy importante contar con un sistema de transmisión que pueda tener cierta redundancia, implementar una correcta coordinación de protecciones y tener adecuados niveles de reserva de generación en el Sistema Nacional Interconectado –SNI-.
Este año que recién inicia, Guatemala ha experimentado por lo menos tres apagones relacionados con el SNI, apagones que han dejado sin suministro de energía eléctrica a la mayoría del país y que han propiciado cuantiosas pérdidas a la industria y en general a la economía del país.
Una de las fallas tuvo su origen en el Sistema de Transmisión Regional, esta se originó en uno de los países de Centro América y provocó el apagón en Guatemala. Las otras tuvieron su origen en el propio SNI, siendo la falla más severa al provocar un apagón general, la que inició en la Subestación Tactíc 230 kV. A pesar de los esfuerzos realizados por incrementar la capacidad de transporte y generación, ante estos eventos recientes, se observa cierta vulnerabilidad en el –SNI-.
Revisar la normativa relacionada con la Calidad de Energía logrando tarifas eficientes y una sustancial mejora en la infraestructura de distribución, además del reto que representa mejorar la confiabilidad del SNI, son tareas importantes y urgentes que las autoridades del Sub Sector Eléctrico y los Participantes del Mercado Mayorista de Electricidad deben emprender lo antes posible para minimizar los frecuentes apagones que hemos sufrido y sus fuertes consecuencias para la industria y economía del país.
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