Transformación de la matriz energética

Resulta sumamente interesante observar como Rusia está utilizando la gran dependencia que la Unión Europea tiene de sus recursos energéticos, como arma en la guerra silenciosa que sostiene con el Viejo Continente, consecuencia del apoyo que la Unión Europea ha brindado a Ucrania tras la invasión.

Un posible recorte de las exportaciones del gas ruso a Europa, ha provocado serios problemas en varios países, llevando a algunos al borde de una recesión económica. El todo poderoso Euro perdió valor y por primera vez en una década se cotiza en paridad con el Dólar. Varios titulares de prensa han anticipado probables racionamientos del suministro de energía eléctrica para el próximo invierno, pintando un escenario dantesco para la población europea y su economía. Todo aquello motivado por la gran dependencia energética de los recursos de un país vecino, para el que hoy en día, seguramente es más importante ganar una guerra que seguir haciendo negocios.

Las medidas de corto, mediano y largo plazo para mitigar esta crisis energética europea no se han hecho esperar. Desde arrancar nuevamente centrales carboneras dejando por un lado las consideraciones ambientales, habilitar nuevamente centrales nucleares que por razones ambientales y de seguridad se sacaron de operación, redoblar esfuerzos por multiplicar la capacidad instalada de generación solar y eólica, hasta impulsar planes de ahorro y racionamientos que podrían afectar el bienestar de la población. Todas estas medidas tienen como propósito minimizar la dependencia energética de Rusia.

Si en pleno año 2022 economías del primer mundo están en serios aprietos por no ser energéticamente auto suficientes, para Guatemala y para cualquier nación hoy más que nunca, resulta estratégico minimizar la dependencia de recursos energéticos extranjeros. Toda vez que nos encontramos viviendo en un mundo cambiante, volátil e impredecible, la auto suficiencia energética resulta ser sinónimo de estabilidad y desarrollo sostenible.

En materia de hidrocarburos poco podemos hacer, no es viable producir un mayor volumen de crudo y extraer sus derivados para satisfacer nuestro consumo interno, por lo que seguiremos siendo un país netamente importador de combustibles derivados del petróleo.

Respecto a la generación de energía eléctrica el panorama es más alentador, afortunadamente Guatemala cuenta con vastos recursos renovables que han sido aprovechados para la producción de energía eléctrica. Por su privilegiada geografía el país cuenta con suficientes recursos para la generación hidroeléctrica, solar, eólica y geotérmica, además de tener una fuerte agro industria que brinda biomasa para la generación.

Gracias a estos recursos y a que se han enviado las señales adecuadas para fomentar la participación de la iniciativa privada en la generación de energía eléctrica, Guatemala ha logrado cierto grado de auto suficiencia energética en lo que a energía eléctrica respecta, llegando durante un buen lapso a ser un neto exportador a Centro América, posición que durante el último año se ha debilitado.

En la siguiente gráfica se observa la cantidad de generación renovable, no renovable e importaciones que han cubierto la demanda de energía en Guatemala del 2010 al 2021. La matriz de generación guatemalteca de los últimos 11 años ha sido un 60.5 % renovable, un 33.3% no renovable y ha tenido un 6.2% de participación de importaciones.

Siendo que los recursos para la generación de energía renovable son nativos del país y que los recursos utilizados para la generación no renovable son carbón y derivados del petróleo importados, se puede concluir que el grado de auto suficiencia para la generación de energía eléctrica es del 60.5%.  

Para un país con tanta abundancia de recursos naturales como Guatemala, resulta imperativo aprovecharlos y transformar su matriz de generación a una con una proporción mucho mayor de energía renovable.

En el 2010 únicamente se contaba con 7 recursos para la generación de energía eléctrica, de los cuales únicamente los recursos hidroeléctricos, la biomasa y la geotérmica eran renovables. El Bunker con un 24% de la generación era un combustible muy importante del que se tenía una alta dependencia.

En el 2021 se observó una matriz de generación más diversificada, con la incorporación de nuevas fuentes de generación renovable como la energía solar, eólica y el biogás, además de una muy pequeña e incipiente penetración de generación por medio de gas natural. La generación con Bunker prácticamente desapareció minimizándose la dependencia que se tuvo de este combustible. El carbón pasó a tener una participación del 12% al 22%, convirtiéndose en el sustituto del Bunker.

La proporción de energía que se genera con recursos hidroeléctricos no se ha incrementado en los últimos 11 años, en el 2010 fue un 46% y en el 2021 fue un 45%. De igual forma, la proporción de energía generada con biomasa prácticamente no creció durante el período, pasando de 11% a 13% en el 2021. Si bien se incorporó generación solar y eólica a la matriz de generación, su participación del 3% y 2% respectivamente resulta marginal. La participación de la generación geotérmica en el 2021 sigue con el mismo 2% que tuvo durante el 2010.

La generación con carbón casi se duplicó pasando de 12% al 22%, siendo realmente el recurso que ha desplazado al Bunker. Esta situación explica el hecho que la proporción entre la generación renovable y no renovable se haya mantenido constante, con pequeñas fluctuaciones en función a las variaciones hidro-climáticas que se observan año con año.

Estos datos reflejan que, si bien ha habido cierta diversificación con la incorporación de nuevas fuentes de generación, poco se ha avanzado en la transformación de la matriz de generación hacia una más renovable.

Las autoridades del sub sector eléctrico guatemalteco y los Participantes del Mercado Mayorista de Electricidad, deben redoblar esfuerzos para que dentro de pocos años nuestra matriz de generación tenga por lo menos una participación del 80% de recursos renovables. Esta parece ser la única forma de lograr la tan ansiada soberanía energética, que ha cobrado tanta importancia con los recientes acontecimientos observados en el Viejo Continente.

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